lunes, 29 de marzo de 2010

Consumidores racionales...


El consumidor: Es aquella persona que adquiere finalmente un producto o servivio.
La conducta del consumidor: La conducta viene a ser un conjunto de actividades tanto mentales como físicas, que influyen de alguna manera en el consumidor a la hora de realizar el acto de compra final, en la elección de una marca o de un servicio.
El comportamiento del consumidor: es el proceso de decisión y la actividad física que los individuos realizan cuando evalúan, adquieren, usan o consumen bienes o servicios.

La construcción de modelos científicos parte de una simplificación de la realidad con el fin de permitirnos comprender mejor su funcionamiento. Un supuesto simplificador que adopta la ciencia económica es que los seres humanos actuamos de forma racional para obtener un mayor nivel de satisfacción.

Se trata de un supuesto muy fuerte que de a poco, la ciencia económica está intentando romper. Para ello, se basa de herramientas y contribuciones de muchas otras ciencias como la psicología y la sociología. Un estudio conjunto entre las universidades de Harvard, Carnegie Mellon, Stanford y Pittsburgh nos ayuda a ejemplificar este punto y de paso, a conocer un poco más nuestro comportamiento como consumidores.

Todos pasamos alguna vez por un momento de tristeza. Todos nos vimos desbordados emocionalmente hasta el punto de sentirnos angustiados y desmotivados. La pregunta que motivó la investigación es si ese estado emocional influye en nuestros hábitos de consumo.La tristeza nos hace gastar más e incluso, llegar al extremo de despilfarrar nuestro dinero. El estado emocional adverso provoca un retraimiento de las personas y una revalorización tanto de ellas mismas como de los bienes que poseen.

La disposición a gastar y consumir se encuentra relacionada con la forma en la que valoramos nuestro dinero y el esfuerzo que hicimos para conseguirlo. El valor es un criterio muy subjetivo. La tristeza modifica nuestra escala de valores y resta importancia a nuestras cosas y a nuestro dinero, incrementando nuestra disposición a gastar más para sentirnos mejor.

Este proceso lo realizamos de forma completamente inconsciente. No asociamos conscientemente el incremento en nuestro nivel de gastos a nuestro estado emocional.

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